En 1938 y tras la anexión de Austria al III Reich, comenzaron a llegar presos al campo de concentración Mauthausen. Opositores, reales o no, de la política e ideología del régimen, que eran traídos a Mauhtausen para la construcción y ampliación del mismo.
Aunque al comienzo, la labor principal de los presos era la construcción del campo y producción de materiales para las grandes obras de la Alemania nacionalista, pronto se convertiría en un campo de Categoría III, lo que conllevaba las condiciones más severas de detención, y lo que dio lugar a alcanzar una de las tasas de mortalidad más altas entre los campos de concentración del III Reich.
Desde 1942 a 1945 se crearon varios subcampos en los alrededores de Mauthausen, donde comenzó el hacinamiento de personas que eran transportadas desde muchos otros campos y en su mayoría del este. Esto llevo a un aumento significativo del número presos, que pasó de 14.000 a 84.000 en tan solo 3 años. El hambre y otras enfermedades debidas a las míseras condiciones dispararon la mortalidad.
Se registraron más de 40 nacionalidades de personas allí encerradas, grandes grupos de polacos, húngaros, franceses, alemanes, italianos, yugoslavos, españoles….